En la última jornada de negociaciones de la primera ronda para diseccionar y modernizar el TLCAN, un trío de mesas continuaron debatiendo algunos de los temas más delicados, como el de las reglas de origen, así como otros más distendidos pero no menos importantes, como el de telecomunicaciones, los salarios y la entrada temporal de personas.
Hay una serie de diferentes intereses en los que existe un potencial para generar divisiones dentro del sector privado y los países. Y cada país tiene sus propias cuestiones particulares. Para Canadá son las industrias culturales como la madera blanda o el vino. Para México, el sector de la energía es esencial.
Hay cosas que México podría hacer para aumentar los salarios de sus trabajadores, pero eso tiene que ser algo independiente de las negociaciones del TLCAN. En cuatro días no se puede hacer mucho.
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Por José Luis de Haro
Nueva York, EU, 26 de agosto (SinEmbargo/EconomíaHoy).– Al cierre de la primera ronda de negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América Latina (TLCAN o NAFTA por sus siglas en inglés), los puntos de fricción y las distintas posiciones siguen siendo álgidas. Sin embargo, para Duncan Wood, director del Instituto de México en el Woodrow Wilson Center aquí en Washington, la delegación mexicana se encuentra en una excelente posición negociadora.
Además estima que pese a la presión de la administración Trump, si el Presidente estadounidense lograse proclamar una victoria que insinúe que ha reparado el TLCAN, "creo que entonces es muy fácil para el mandatario vender este acuerdo a su electorado". Antes, eso sí, hay que lograr un acuerdo.
-¿Cómo posiciona a México tras las reuniones de los últimos días en la primera ronda de negociación del TLCAN?
-México ya llegaba a las negociaciones con una posición relativamente fuerte. Desde luego mucho más fortalecido que en noviembre del año pasada o incluso comienzos de este año. La razón principal es que ha conseguido movilizar a un gran red de empresarios estadounidenses, legisladores, gobernadores y otras instituciones civiles que han tenido éxito a la hora de explicar la importancia del TLCAN y el papel esencial de México como exportador a EU.
México tiene ahora la sensación de que no está solo. México tiene un apoyo enorme dentro de EU para defender el acuerdo. México puede justificadamente asegurar su éxito en movilizar la posición negociadora de EU. Si nos fijamos, salvo algunas excepciones, los objetivos de la Oficina de Representantes Comerciales de EU son bastante razonables.
-Pero también hay puntos de fricción.
-Hay una serie de cosas que siguen siendo problemáticas, incluida la cuestión de la reducción del déficit, las normas de origen, la contratación pública así como la solución de conflictos y arbitrios. Pero realmente la idea básica del documento estadounidense no se aleja de las metas mexicanas. Hemos visto que ha habido una convergencia, entre, no sólo México y EU, sino también Canadá. De modo que los tres países dejan Washington en la misma página en términos de comercio internacional, mientras que hace seis meses, EU ni siquiera hablaba el mismo idioma comercial, por así decirlo. Eso sí, debemos ser optimistas pero sin ser naïve o ingenuos al respecto. Las negociaciones son complejas y llevarán tiempo. En algún momento habrá que decidir si quieren lograr un acuerdo express o un acuerdo que funcione realmente bien.
-Entonces, ¿ha sido un éxito la primera ronda?
-En cuatro días no se puede hacer mucho. La primera ronda se centraba de forma extensa en los principios negociadores, el lenguaje que se empleará, entender los objetivos de cada país, y qué se busca al final del camino. La próxima ronda de México en septiembre será más ambiciosa, es cuando veremos detalles mucho más específicos sobre la mesa.
-¿Y es demasiado ambicioso pensar que completaremos la revisión en seis meses?
-No se puede esperar renegociar un acuerdo de libre comercio en seis meses. Hay que darle al menos 12 meses, probablemente 18 meses si se quiere hacer bien. Si se quiere hacer rápido no se puede cambiar tocar demasiado ni tampoco modernizarlo suficientemente.
Se pueden usar ciertos atajos, como usar parte del lenguaje empleado por el Tratado Transpacífico, eso está bien como un comienzo pero tratar de entender las necesidades de la región de América del Norte en materia de comercio electrónico y otras áreas puede ser muy, muy, difícil. Hay una serie de diferentes intereses en los que existe un potencial para generar divisiones dentro del sector privado y los países. Y cada país, por supuesto, tiene sus propia cuestiones particulares. Para Canadá son las industrias culturales como la madera blanda o el vino. Para México, el sector de la energía es esencial.
Las disputas del azúcar entre México y EU, un producto políticamente sensible, han tardado meses y meses en llegar a buen puerto. No podemos esperar que todo un acuerdo de libre comercio se negocia en el mismo periodo de tiempo concedido a un producto específico.
-¿Sigue habiendo líneas rojas que amenazan con dinamitar el acuerdo?
-La primera sigue siendo la obsesión estadounidense por reducir el déficit. Todos los expertos, México y Canadá coinciden en que no se puede usar un acuerdo comercial para reducir déficits. Es una oportunidad para incrementar exportaciones pero eso no quiere decir que eso se traduzca en una reducción del déficit. Al mismo tiempo, también está la cuestión de la contratación pública del "Compra América", algo que México y Canadá consideran como muy importante. El tercero son los capítulos 11,19 y 20, los mecanismos de resolución de conflictos. Ni México ni Canadá quieren que esto se vean comprometidos de ninguna manera. Y el sector privado va a luchar para que se defiendan.
-¿Se deben tocar temas como el de los salarios?
-No veo cómo se puede abordar un tema como los salarios. Seamos francos, EU es un país que no mantiene una negociación actualmente los salarios mínimos a nivele federal. Entonces, ¿cómo vas a hacer eso entre con otros países?. Hay cosas que México podría hacer para aumentar los salarios de sus trabajadores, pero eso tiene que ser algo independiente de las negociaciones del TLCAN. Existe la idea en ciertas partes implicadas en las negociaciones que la revisión del TLCAN es una oportunidad para poner todo tipo de asuntos sobre la mesa y en la medida de lo posible se debe evitar esto.
-¿Y qué me dice de un posible tuit del presidente Trump?
-No estoy seguro de que un tuit vaya a descarrilar el proceso pero creo que un riesgo en el horizonte es el tiempo. Si se tarda demasiado en lograr una conclusión, entonces es posible que el presidente Trump se impaciente. De todas formas creo que ayuda que tanto Kenneth Smith Ramos, John Melle y Steve Verheul hablan el mismo idioma comercial porque cuentan con amplia experiencia en este campo. Así que no es como si estuviéramos tratando con personas que tienen opiniones muy divergentes sobre el comercio internacional. Esto ayuda mucho y elimina posibles malentendidos que podrían suceder de otra manera.